miércoles, 30 de septiembre de 2015

EL SENTIMIENTO DE UNO MISMO ESTÁ SUJETO A MODIFICACIÓN

EL SENTIMIENTO DE UNO MISMO ESTÁ SUJETO A MODIFICACIÓN

Hemos visto que, para llegar a ser el Hombre Nº 4 u Hombre Equilibrado, la conciencia de si debe acrecentarse como también el desarrollo de los centros.

Hemos visto que, con un acrecentamiento de conciencia de si, el sentimiento de uno mismo está sujeto a modificación.

Es el acostumbrado sentimiento de si lo que contribuye a nuestro desequilibrio.

Estos son puntos muy importantes.

Con el sentimiento de uno mismo que se tiene ahora no puede haber transformación de si, porque, como dije, es el sentimiento de uno mismo lo que nos mantiene en el lugar en donde estamos, hablando psicológicamente.

Es difícil de comprender que esto es así.

Uno no se da muy bien cuenta de la existencia de ese sentimiento de uno mismo y de qué modo esto nos limita.

Ahora bien, un hombre equilibrado posiblemente no tiene el mismo sentimiento de si que tenía anteriormente porque su conciencia de si se ensancho.

Ha perdido su alma en un nivel y la hallo en otro nivel de su ser.

No obstante, NOS AFERRAMOS a nuestro sentimiento de nosotros mismos y por cierto no nos damos cuenta de ello.

Les aconsejo tratar de observarlo tan a menudo como puedan.

Nos ayuda a interrelacionar muchas cosas del Trabajo.

Tomemos un ejemplo, y sigámoslo paso a paso.

Alguien habla y se comporta de una manera que provoca en mí un violento resentimiento.

Le replico con amargura.

Abro un sinnúmero de armarios repletos de amargos recuerdos cuidadosamente conservados.

Sigo y sigo culpando a dicha persona, no puedo dormir, etc.

Esta es la manera de vida.

La manera de Trabajo es diferente.

Primer paso: observo que soy violento y amargo.

Esto es una cosa muy diferente de ser violento y amargo.

Deja penetrar un rayo de luz —esto es, mientras antes era inconsciente, estaba identificado con mi estado, tengo ahora una ligera conciencia de dicho estado—.

Noto asimismo y recuerdo algo de lo que estoy diciendo y digo de costumbre.

Segundo paso: recuerdo que carece de importancia quien tiene la culpa, yo soy el culpable por ser negativo.

Si valoro el Trabajo, este me ayuda a cambiar de frente y buscar la causa en mí mismo y no en dicha persona.

Tercer paso: debo preguntar qué es lo que está relacionado con el acostumbrado sentimiento de mí mismo, aquello que esta tras el estallido.

Reflexiono en esa quietud y relajamiento que sobreviene cuando se presta sinceramente una atención dirigida a si mismo.

Porque la causa está en algo que incluyo en el habitual sentimiento de mí mismo: o está en algo que no incluyo en ese sentimiento de mí mismo.

Ocupémonos del primer caso — a saber, me enfurecí tan violentamente porque algo que incluyo en el sentimiento de mí mismo ha sido herido—.

Reflexiono en lo que se dijo y se hizo.

Decido que se criticó mi eficiencia.

¿Tengo, pues, UN RETRATO de ser eficiente y ésta es una parte componente de mi acostumbrado sentimiento de mí mismo?

No me había dado muy bien cuenta de ello.

Con el correr del tiempo llego a tener cada vez más conciencia de que esto es así.

Hasta ese punto acreciento mi conciencia de las fuentes de mi acostumbrado sentimiento de mí mismo.

Luego mi tarea es clara.

Debo advertir dónde no soy del todo eficiente e incluirlo lentamente en mi sentimiento de mí mismo.

Ahora bien, esto cambiará ligeramente mi sentimiento de mi mismo.

¿Por qué? Porque mi conciencia de mí mismo se acrecentó.

Y me veré también liberado de ser TAN SUSCEPTIBLE en esta dirección, por haber incluido lo opuesto.

Consideremos otra posibilidad, a saber que la causa radica en algo que no incluyo en el habitual sentimiento de mi mismo.

Estará por lo tanto en las tinieblas —esto es, el inconsciente—, lado de mi mismo.

Ahora bien, si esto es así tenderé a proyectarlo a los otros.

Reflexionando descubro que dicha persona siempre me irrita, prescindiendo de si me critica o no.

Hay algo en ella que no puedo soportar.

Aún no estando presente, me molesta.

¿Por qué no puedo descartarla?

Empiezo a sospechar cuál es la razón.

No la puedo descartar porque de algún modo ella es yo.

Pero como puede ocurrir esto, si no la quiero en absoluto y me quiero tanto a mi mismo.

Pues bien, es en verdad extraño, pero la razón estriba en que el amor de si no quiere admitir ésta parte de mí en mi conciencia.

No lo incluiré en mi sentimiento de mi mismo.

La solución es fácil.

Proyecto simplemente ese desagradable lado de mí hacia adelante y lo veo como si fuera otra persona que se le parece mucho.

Así ocurre que las faltas que más nos disgustan en los otros son por lo general las que desplegamos nosotros mismos sin tener conciencia de ellas.

Por cierto parecería como si se hubieran tomado todas las precauciones para impedirnos despertar a lo que somos realmente.

Esta primera etapa en la regeneración, o en el nacer nuevamente, no en la carne sino en el espíritu, es precisamente el despertar a lo que somos realmente, y es tan sólo posible por medio del acrecentamiento de la conciencia de uno mismo.

Pero acercarse a esa primera etapa fue hecho deliberadamente muy difícil.

Hay por doquier pozos, trampas, barreras, muchos mojones y callejones sin salida.

Y además de todo ello, las más extraordinarias ilusiones sobre nosotros mismos nos son inyectadas diariamente desde nuestra primera niñez, con el añadido de muchas persuasiones estúpidas que casi sumergen nuestra percepción de la verdad.

A este respecto, ¿no dirían ustedes que el poder de LA AUTO JUSTIFICACIÓN, tan vigilante e inagotable, no fue designado para ayudar nuestro despertar? (A propósito, ¿por qué los diablos son tan inagotables?)

Retornando a nuestro tema: He llegado hasta el punto de pensar que la causa de mi estallido se relaciona con cosas mucho más profundas que una afrenta a mi RETRATO DE SER EFICIENTE, porque esa persona despierta mi ira de tantas otras maneras.

De hecho, ahora admito que estoy proyectando hacia dicha persona algún lado desagradable de mí mismo que no quise recibir en mi conciencia.

Otros pueden haberlo descubierto, pero no yo: y en verdad nunca fue incluido en mi sentimiento de mi mismo.

Otra vez más mi tarea es clara.

Debo estudiar aquella persona a la luz de que es alguien en mí que ignoro.

En general, ella es el opuesto a lo que está incluido en mi habitual sentimiento de mí mismo: y cabe entender aquí que tal vez posea cualidades cuya necesidad siento mucho.

A medida que la admito en mi conciencia llegará a ser entero, en lugar de ser parcial.

Esto es algo maravilloso.

Y claro está, el sentimiento de mí mismo cambiará por completo.

Hemos de emplear todos los medios, métodos, artificios e invenciones para acrecentar la conciencia de nosotros mismos con el fin de acercamos al nivel del Hombre Equilibrado.

Dije artificios e invenciones deliberadamente.

A veces uno puede sorprenderse a si mismo y otras espiarse.

Esto no es exactamente lo mismo que observarse a si mismo, o más bien, es una forma de prestarse atención, como también de espiarse.

A propósito, prestarse atención nada tiene que ver con criticarse a si mismo; es lo mismo que advertir casualmente un transeúnte en la calle.

Pero en todos los casos se apunta a acrecentar la conciencia de uno mismo, pues cuando esto sucede el sentimiento de uno mismo se modifica, y uno lo sabe y AGRADECE A DIOS.

Ahora bien, recuerden, la razón por la cual se modifica es que incluyen en su conciencia de si cosas que no habían incluido antes y así el anterior sentimiento de si tiene que cambiar.

Ténganlo presente.

Vivimos en una casa con las persianas cerradas.

Un poco de luz penetra en ella.

Esa luz la llamamos plena conciencia: y así nosotros, un montón de imbéciles, que vivimos en una oscuridad casi total, hacemos de nuestra vida un terrible embrollo y no sabemos usar o no usamos correctamente los centros que pueden armonizar con centros que están siempre en actividad.

Como lo señaló una vez Ouspensky: "Vivimos en una casa llena de máquinas muy delicadas y maravillosas.

A la luz de una solitaria candela intentamos hacerlas funcionar sin saber nada acerca de ellas.

Si una cosa anda mal, la culpa siempre es ajena."

No vayan a creer que esas palabras de Ouspensky son exageradas.

Si necesitan una prueba, miren en torno de ustedes —si son incapaces de mirarse a si mismos—.

Ahora bien, abrir las persianas suele lastimar al principio.

Luego se puede soportar algo más de luz y después cada vez más.

Lo que se creía que era uno mismo empieza a parecerse a una prisión situada muy lejos, en el valle que está a nuestros pies.

Maurice Nicoll




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